Los cínicos no sirven para este oficio, es un libro de Ryszard Kapuscinski, quién intenta transmitir a través de sus vivencias y experiencias como periodista, y sobretodo como persona, la esencia del buen periodismo, y motivar a los jóvenes futuros periodistas a hacer un buen trabajo, disfrutándolo y viviéndolo intensamente, como lo hizo él.
Ryszard, nació en Polonia en 1932, estudió Historia del Arte en la universidad de Varsovia, aunque finalmente ejerció de periodista. Fue corresponsal en el extranjero hasta 1981. Colaboró en varios periódicos y revistas, y también ejerció de escritor, historiador, ensayista y poeta. En 2003, ganó el Premio Príncipe de Asturias, y a lo largo de su vida también obtuvo diversos “honoris causa” de diferentes universidades.
Algunos de los libros que escribió son: Ébano, El Emperador, La guerra del fútbol, El Sha y Los cínicos no sirven para este oficio.
<< A veces parece que el relato tenga la voluntad de ser repetido, de encontrar un oído, un compañero. Como los camellos cruzan el desierto, así los relatos cruzan la soledad de la vida, ofreciendo hospitalidad al oyente, o buscándola. Lo contrario de un relato no es el silencio o la meditación, sino el olvido. Siempre, siempre, desde el principio, la vida ha jugado con el absurdo. Y dado que el absurdo es el dueño de la baraja y del casino, la vida no puede hacer otra cosa que perder. Y, sin embargo, el hombre lleva a cabo acciones, a menudo valientes. Entre las menos valientes, y no obstante, eficaces, está el acto de narrar. >>
Kapuscinski vive el relato, lo interioriza, él no escribe historias, vive historias y las cuenta. Sus palabras llegan a lo más íntimo del lector, haciendo que éste sienta suyas las vivencias que él relata, y que preste atención, ésa atención a la cual también menciona en su libro, dialogando con John Berger, y refiriéndose a ésa atención que necesita poner el lector si quiere entender lo que está leyendo. El autor cree que si se presta atención es posible que la experiencia le sea transmitida al narrador, al escritor y, luego, a través del lector, vuelva a la vida.
Debido a su gran conocimiento sobre la historia, y la trayectoria de su carrera como corresponsal en el extranjero, Ryszard relata de una manera excepcional las tragedias de África, sus problemas, su día a día, quiere abrir los ojos a aquellos que lean sus palabras y en general, enseñar sobre el buen periodismo. Dos de las frases más remarcables del libro, y que quizás resuman su significado son <<Es un error escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un tramo de la vida>>, y << Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos.>> Kapuscinski ha ejercido siempre el periodismo desde dentro de la propia noticia. En su libro queda muy patente la necesidad de relacionarse con la gente y de vivir los sucesos que quiere contar posteriormente el periodista al mundo. Nos habla de la “empatía” como una cualidad necesaria en los periodistas. Hay que saber tratar a la gente, saber cómo dirigirnos a ellos, porque si no te ganas su confianza, no hablarán, no te contarán aquello que quieres saber. El buen periodismo es aquel en qué el periodista se sitúa dentro de la noticia, sin olvidar que aunque el único nombre que salga después, sea el de quién lo escribe, las fuentes son muy importantes, y forman una gran parte de la noticia. Sin fuentes, no hay noticia. No es buen periodista aquél que tan sólo busca una buena fotografía y una buena declaración, y que no se relaciona con las fuentes, no indaga en la noticia, no se informa y no la vive.
En Los cínicos no sirven para este oficio, Ryszard Kapuscinski, nos da una lección de buen periodismo, haciendo un uso magistral de las palabras, manipulando los relatos no para cambiar la verdad, sino para reforzarla y hacer que llegue al lector.
Mediante sus vivencias y experiencias nos motiva a nosotros, los “futuros periodistas” a comprometernos con este oficio y sobretodo con el mundo, con los lectores y oyentes que quieran escuchar aquello que quizás un día, queramos contarles.
Un aspecto interesante del libro, es que Kapuscinski muestra su pasión por el periodismo, pero no sólo habla de la parte buena, sino que muestra todas sus dificultades, todo el sacrificio que este oficio requiere, todos los malos tragos por los que posiblemente haya que pasar, pero lo hace de tal manera que a pesar de todo lo
malo, siempre predomina lo bueno, el encanto, esa esencia que al final, te convence de que el periodismo para quién lo vive y le gusta, no es un oficio, es una forma de vivir intensa y apasionante.
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